martes, 25 de febrero de 2014

Spinetta y Pappo: Las formas del duelo.

"Unos matan su amor cuando son jóvenes; otros, cuando son viejos. Algunos lo estrangulan con las manos del Deseo; otros con las del Oro. Los mejores utilizan un cuchillo, porque de ese modo, los muertos se enfrían enseguida"
                                            Oscar Wilde




1-Memento moris.

1.1-La muerte de un rock star es un evento que inaugura otra sección de su carrera. Lo que pase después de su deceso continúa la conversación acerca de su obra, fanáticos y figura. La carrera de un God Of Rock, como la de un escritor o cualquier productor relevante de cultura, se divide entonces en la vida y lo que sucede  más allá del umbral de la muerte. Intervienen para esto diversos factores de los cuales el más visible es la dinamización que el mercado efectúa al trabajar con la atracción producida en el morir. El redescubrimiento del artista, la reedición de la obra a precios remarcados, la edición de libros anecdotarios por parte de periodistas que matan por mostrarse amigos del músico y en parte este mismo ensayo, son puntos que devienen de esa dinámica.
Pero el otro costado, aquel que refiere las relaciones entre obra en sí,  actitud post mortem de sus seguidores e incluye los deseos y finalidades del artista en vida, muestra un paneo de matices rastreables, en primera instancia, a partir de las distintas formas de duelos, por parte de la audiencia, y también múltiples maneras de vivir la muerte referidas a cada músico y a lo que queda de él. Ambos frentes, mercado y obra, responden a la sensualidad de la pregunta por el finar, uno arroja todo a un plano de salvaje igualdad económica mientras que el otro instala la diferencia. Este plano resulta interesante a propósito de los casos de Pappo y Spinetta, los dos muertos de rock de febrero.
Antes que nada, hay que hablar de lo producido artísticamente por cada uno, al menos de forma escueta, para realizar así una apertura que permita comprender el comportamiento de quienes son sus seguidores. Proceder clásico: ver que conceptos andan jugando por detrás para entender actitudes en la superficie, o mejor al revés, partir de actitudes vivenciales, sospechar, e ir por detrás a espiar que hay en juego determinando el fenómeno.



2-El blues cartesiano.

2.1-Cuando el líder de Almendra se fue de viaje por Europa le entregó a Napolitano su guitarra acústica con la cual había compuesto canciones relevantes de su banda como “Figuración”, entre otras. Napolitano la recibió con gusto, luego la vendió. La anécdota se abre a la interpretación. No voy a negar que durante un tiempo prolongado sentí por ese gesto repugnancia a la figura del blusero, hoy me divierte. Pero eso es algo personal  que a nadie le interesa. Lo importante, más allá de la valoración moral que se realice y de la necesidad económica de Pappo en ese momento, es ver que hay ahí un movimiento originario que desgaja al rock argentino pre Prodan en dos matrices; a una de las cuales Napolitano le pone el cuerpo y elige a Spinetta para ocupar el otro cauce, como un duelista pasional. Un carril signado por el apego a la interpretación tradicional del blues, la electricidad y la distorsión, y otro que bebe en la experimentación sonora y la búsqueda poética. Esto es más antiguo, claro. Ahí estaba Manal marcando antes una clara senda. Pappo retoma el gesto y conquista mayor trascendencia debido en parte a su talento en la guitarra, sus buenos discos y la complejidad en la cual se desarrolla su desgaje con la otra matriz del rock. Voy a subrayar esto último. La venta de la Gibson acústica–otros dicen que fue una Fender-  de Spinetta marca un puntal de algo que es también visible en otras intersecciones. Para el caso, los tres primeros discos de Pappo’s Blues cargan huellas de semejante desmarque.

2.2-Un diez de noviembre de 1619 un europeo tuvo tres sueños que le confirmaron el descubrimiento del cogito, esto es, el punto de apoyo conceptual a partir del cual se rechaza la tradición en boga, se marcan límites y se buscan certezas. Tres discos también le llevó a Pappo perfeccionar y delimitar el territorio de lo que él entendía como rock. La empresa le costó no menos soledad, aunque no está mal preguntarse si toda pausa crítica y reflexión acerca de límites no lleve a cierto solipsismo. Pappo, en principio, rechaza: la guitarra de Spinetta, la poesía con pretensiones elevadas, lo acústico y la experimentación como causa final. Busca, en sus letras y música, un conocimiento claro y distinto que le garantice qué es el rock. Y tiene sus consecuencias. En las canciones queda dibujado un sujeto maquínico, el cuerpo se abandona y aparece como algo anómalo conectado a la voz que habla. Manda el pensamiento y se lo identifica, rápido, con la cabeza; son momentos reflexivos. “No cambia nada estar un poco sucio/ si mi cabeza me es eficaz”, “Algo ha cambiado dentro de mi/que alucinado quiero vivir”, “trataré de hacer las cosas a mi tiempo/ o si no/ no le daré importancia al cuerpo”, “su personalidad en mente está”.
El extrañamiento en torno al cuerpo arrastra consigo el sexo –“El tren de las 16”- y las relaciones no carnales con los otros –“Caras en el parque”, “Siempre es lo mismo”, “El sur de la ciudad”-. El resultado final, con zoom desde lo alto, se parece a la imagen de una ciudad conformada por autómatas que caminan y observan buscando algo, como en la última canción puesta de ejemplo. Pensamiento, soledad, cabeza, corporalidad mecánica. Son esos los conceptos enlazados que rodean estos tres discos. Aun cuando en el nivel de la ejecución pareciese que sucede otra cosa, en el sentido de que hay cuerpos que están tocando, sigue reinando la lógica de los autómatas: son dedos mecánicos los que ejecutan riffs insistentes sobre la rigidez del compás de 4/4. “Ahora que muy solo estoy/empiezo a sonreir”. La soledad cuasi androide, fría y hasta malvada es el precio a pagar para aquel que busca delimitar un territorio. “Es difícil que el músico de rock pueda formar una familia, hacer una vida tranquila…” algo así sostuvo Pappo. Insisto ¿Le costó esta necesidad delimitativa la soledad con la que su cuerpo transitó la vida? Es posible.  Paradoja del final: su muerte, una cabeza estallando contra el asfalto, el cuerpo que reaparece con la mayor de sus fuerzas. La aparición, concreta, del mundo exterior causó en el auto-aislado Norberto Napolitano el final.
Ojo: esa soledad no significa exactamente una tristeza, aunque no se descarte del todo tal tesis; significa, si, ausencia de lazos hacia afuera, atomismo y una ética bastante feliz de ese atomismo. Los primeros discos de Pappo, aquellos donde se realiza el esfuerzo delimitativo fuerte, parecen decirnos que el rock es una cosa que piensa. No hay nadie como un solitario hombre de hard rock o del metal para establecer límites, etiquetas, diferencias de estilo que se rotulan con ansiedad y para andar señalando por ahí, sordo y muchas veces estúpido, que “eso no es rock”.

2.3-Hay una canción, incluida por ambos artistas en discos respectivos, que explicita la bifurcación de dos vías. LAS la llamó “Castillos de piedra” y Napolitano “Hay tiempo para elegir”. Desde el título son ineludibles las marcas de dos estéticas diferentes. La opción de Spinetta por la imagen medieval y la otra cercana y bien subjetiva escogida por Pappo –acá lo subjetivo entendido como relativo al Sujeto, sus elecciones e intereses; el ego moderno. La letra pone sobre la mesa la posibilidad “A ver con cual nos quedamos/hay tiempo para elegir” montada en la violencia de un riff repetitivo. LAS cae en la trampa;  es la estética de Napolitano la que hace la apuesta y pone las reglas. No hay opción, al menos al momento en que fue publicada tal canción, de vía intermedia; hay tiempo para la elección de una de las dos pero debe ser, si o si, una o la otra. Podremos discutir limitaciones, cerrazón, estrechez de miras y equívoco, pero la postura es clara y fue un gesto de coherencia extrema a lo largo de la carrera del músico de La Paternal.




3- La llamada de lo invisible.

3.1- Spinetta buscó por otros lugares. Una música difícil, con armonías y melodías hiperdesarrolladas, una clara apuesta a la autonomía artística, casi celestial. Sus líricas acompañaron este objetivo referenciando preocupación intelectual y autores externos al rock. Ya lo sabemos. Artaud, las culturas precolombinas, Castaneda, los poetas malditos, el surrealismo, Jung, Foucault, la orientalidad.  La apelación recurrente a la sinestesia y la complejidad sonora y letrística de su obra muestran, al menos, curiosidad por un plano trascendente. El alto misterio que parece querer descifrar la música de Spinetta lo coloca en una posición de médium con lo inefable o interprete de la benjaminiana voz de Dios. Esto se ve claro y es la marca, repetida a diario, que elevó al músico de Belgrano como “el Poeta”. No hay que recorrer muchas canciones para encontrar frases afirmativas compuestas alrededor de cuantificadores universales (todo/toda/todos) buscando puentear con un plano excedente que huele a totalidad. Pero además hay que ver y revisar las entrevistas e incluso conferencias donde Spinetta hace explícito, desde las palabras que brotan de su cuerpo y la seriedad de su cara, el trabajo del deseo por forjarse tal imagen del Poeta. Hay una teleología y una causalidad final consciente en LAS, una intentio, por dejar impresa esa imagen. Repito y amplío: de ahí emana el respeto a su figura, y es esa una de las actitudes que hay que revisar.

3.2- Muchas más cosas completan el mapa Spinetta. Señalé antes que el respeto y la preocupación por el otro lado opuesto a la seguridad y el cálculo  -que Nietzsche nos abarató para el análisis como lo dionisíaco-, lo llevó a la elaboración de melodías y canciones que en todo momento se esfuerzan por esquivar la conformidad de la estructura racional. La música de Spinetta conserva, a cada instante, la pretensión de una experiencia mística inefable. Es más esta tentación de la vivencia en base a lo sublime, que descoloque los esquemas de conocimiento de quien percibe, que una fe teológica en la existencia de ese otro plano, lo que moviliza su música. Para que se entienda, ese otro plano se desea con fervor más allá de una creencia o seguridad  en su existencia material o real. Esto tiene que ver, claro, con la anterior elección del propio Spinetta por conformar un personaje inspirado que no tiene razón de ser, desde su óptica, sin algo más a lo que apelar que lo que entiende como la cronología superficial de los días y la documentación del realismo concreto.
Tal fe queda expuesta en sus líricas que parecen –siendo grosero- emitidas desde el discurso de un sujeto tembloroso enfrentado a algo que lo sobrepasa. En el tercer y último disco de Invisible cantaba: “se queda oyendo/como un ciego frente al mar”. Desde ese ciego -figura carísima al imaginario acerca del poeta clásico y romántico-  emana la obra de Spinetta, con esa paradójica imposibilidad por dar cuenta de algo inaprensible que, sin embargo, está siempre ahí. En “Camafeo” Luis escribe desde el mismo lugar: “Siempre habrá un fulgor/siempre un mismo olor en el aire/ por más que comprendas la función de los días/te verás pendiendo de tu suerte/donde todas las veredas iluminaron algo por siempre”, en “Días de Silencio”: “Hoy el lobo suelto está/mira sus ojos brillar/ en el desquicio del fuego inocente/ Y la canción se explica así: que yo solo escucho tu voz/ yo solo escucho tu voz”. Los ejemplos se multiplican, solo hay que notar cómo lo que comienza siendo un estremecimiento sutil y una búsqueda de aquello que Kant entendía como “lo sublime”, va decantando en formas de hilaridad melódica y letrística que rozan la tristeza y la nostalgia hasta inundarnos en valles lacrimosos.
La imprecación ética de “Canción para los días de la vida”, “Quedándote o yéndote” y “Alma de Diamante” muestran al vuelo tres conjuntos de música y letra que buscan expandir una política positiva desde la más pútrida tristeza. ¿Por qué esta deriva? ¿Es una consecuencia necesaria que la pretensión estética trascendental caiga en la tristeza? Algo más está dando vueltas ahí que es imperioso traer a la superficie.

           

 4- Funeral para un amigo

4.1- Las actitudes de los seguidores del rock star fallecido completan la esfera del sentido de su carrera post mortem. Los fans mancomunan en algo oculto –el mu, el silencio mistérico-, que a través de la muerte les trae una confirmación y les da la casa en la cual abrigarse. Ver que hay atrás de ese silencio unificador, que conceptos están jugando y traerlos a presencia, ayuda a establecer y jerarquizar las diferencias entre los comportamientos. Una parte considerable de ese silencio recae con justicia en la obra del propio artista y es sobre lo que me extendí arriba. Para el otro tensor de la esfera ecuménica voy al ejemplo claro de las diferentes actitudes seguidas por los fanáticos de ambos músicos.
Cada año, al cumplirse el aniversario de la muerte de Pappo, se realizan recitales y encuentros de autos y motos en las cercanías en que ocurrió el accidente, a modo de recordatorio. Al margen del negocio, quienes asisten lo hacen en un tono de alegría y festejo que excede la textura del esfuerzo catártico por imponer el recuerdo positivo. Lejos de un determinismo pero también del azar, la elección por eventos y conductas de ese tipo se siguen de la obra del propio Pappo que glosé más arriba. Alguien que canta “trataré de hacer las cosas a su tiempo/ o sino no le daré importancia al cuerpo” y, abajo del escenario, quien disfruta de ese tipo de letras, apoyadas en estructuras rítmicas de blues en tonalidades mayores, es difícil que tenga el ánimo templado para el llanto y la nostalgia severas.



Además la búsqueda febril hard rock de límites que lleva a la música de Napolitano al atomismo, decanta en solo una forma de poder establecer relaciones con el otro: la orgía y la fiesta dionisíaca se muestran como el único camino para romper lo que son en apariencia velos inconmensurables entre existentes aislados. En definitiva, pragmatismo y puesta en práctica sin dudar en las dos instancias, para afrontar el paso del tiempo y para desarrollar una necesidad de comunión con los otros.

4.2- En el caso de los seguidores de LAS, la actitud tomada después del deceso, se enfrenta a la festividad y el pragmatismo hard rock. Fieles a los deseos del autor y por esto incapaces de establecer distancias, quienes lo lloran desataron una militancia rígida a la tristeza, incluso parecieron encontrar en el deceso la justificación de algo, una x, oculta entre tanta lírica volátil. No es difícil imaginar y comparar con la cola de una repartición soviética de antidepresivos en la que se dieron cita los asistentes al funeral, tanto analógicos como aquellos mediados por la red. 
           El exitoso hálito poético de Spinetta y su deseo ferreo signó la hermenéutica y el goce triste posterior a su muerte. Agrego y repito un poco por acá: lo moribundo, la imagen trillada y abrazo-demandante de un enfermo psiquiátrico en bata llorando frente a un paisaje inmenso emana de su obra. Dije arriba que algo más aparte de la sofistificación hay que traslada todo a un cauce de nostalgia de oferta, y lleva, por ejemplo, a cantar a Fito Paez baratijas del tipo “La vida no es vida sin Luis” en uno de sus últimos trabajos. Creo entrever que el problema tiene además relación con diferentes concepciones de la muerte, imbricadas entre obra/artista y público, y actitudes respecto a las mismas ideas que cerrarían de alguna manera las silenciosas comuniones funerarias con las cuales empecé el ensayo. 
  


5- Saber vivir, saber morir. (Dos conceptos de muerte en el rock)

 “Y un agujero negro acaricia todo el tiempo nuestros ojos (…) y a veces me pregunto cual de nuestras dos formas de dormir será nuestro mundo”
                                     La Patrulla Espacial
            
            5.1- El rock ha trabajado con la muerte desde sus orígenes. Una formulación escueta entiende que todas las manifestaciones culturales son modos de ahuyentar la ausencia final. El costo que plantea una afirmación así implicaría recorrer en el análisis una basta serie de supuestos ontológicos complejos que no vienen al caso; pero hablar de la relación entre rock y muerte como un vínculo inescindible sí me parece certero. Asumo que debe este carácter más a la pertenencia a lo moderno que a una composición material de su confusa columna vertebral.
            Los momentos de autoreflexión propios de la modernidad llevan a posar automáticamente la mirada sobre la muerte. Lugar repetido en el cual comienzan los debates sobre si tal o cual cosa está muerta. El futbol, el rock, la novela, la crítica. Creo que, apoyados en este supuesto, se revela la importancia mayor de ver qué conceptos de muerte ha manejado el rock en sus representaciones masivas para ver si se siguen de eso diferentes éticas de vida y de afrontar el final.

5.2-En la superficie hay dos conceptos o maneras de entender la muerte. No son necesariamente opuestos, sí diferentes, y parecen arrastrar esta diferencia las respectivas políticas a desarrollarse a partir de la adopción de uno u otro concepto. Incluso, lejos de la unilateralidad, las formas pueden complementarse, mutar entre ellas a través de la vida de los hombres. Cierto es que provienen de experiencias distintas, ambas  son antiguas pero con diferentes recorridos.
El primer concepto de muerte rastreable es la idea standard, tradicional o –permítanme otra arbitrariedad- aristotélica, por la cual la vida es entendida como un escaleno en elevación hasta determinado punto de madurez para después, en un segundo momento, empezar a bajar hacia el deceso. La juventud y la vejez entendidas como “saber vivir” y “saber morir” respectivamente. Laiseca en “La mujer en la muralla” da un ejemplo tomado de la física, que ilustra mejor que los símiles escolásticos de Congresos de Filosofía antiguos, referidos a la tensión gastada entre el alma inmortal y el cuerpo perenne. El escritor muestra la parte ascendente de la vida como el período en el cual quien asciende demanda la energía de los otros. Los niños creciendo, las adolescentes robando nuestra atención. El momento descendente es cuando somos robados y despojados por los que ascienden, cuando comenzamos a morir. La posición explica muy bien el por qué de las diferentes magnitudes de dolor ante los funerales de jóvenes y la resignación comprensiva del deceso en los ancianos. [i] Pero también implica una política de necesidad para con los otros; en el momento ascendente necesito de los demás por vitalidad individual, en el segundo momento tengo el deber hacia el resto de quedarme para que vivan a través de mi energía.
El origen de esta idea radica en la experiencia, en la praxis, el trabajo cotidiano y manual sobre el cual se han escrito ríos de bibliografía -alemana y griega- en afán por comprender y defenderlo. La constitución familiar conservadora clásica y pre moderna apuesta todo lo que tiene de valor en esta modalidad.

5.3-La segunda idea carga un tono más existencialista, posmoderno, y muy siglo XX. Sentencias como “morimos desde que nacemos” la explicitan. Deudora de muchas elaboraciones (las reflexiones de los Padres de la Iglesia, Heidegger, Blanchot, Derrida), implica una temporalidad y una política de vida de ese tiempo que escapa al día tras día cronológico, para convertirse en una relación directa y vivida; un atraviesamiento actual y presente de la muerte como virus inescindible en el propio cuerpo. Heidegger la trajo a la luz con sus reflexiones en torno al fin más propio del existente humano, del Dasein, para ser exactos.
La angustia que abre el verdadero apoyo ante la nada del existente y ante su muerte otorga el sello fuerte que marcó esta manera de entender la vida como un “estar muerto” o errancia fantasmal. Algunos franceses se encargaron de desarrollar la idea hasta cansar: como fin más propio del hombre desde el momento en que este nace, pre-ocupación sustancial, duelo imposible, aquello en lo cual el hombre se ocupa en todo el tiempo, la muerte como una posibilidad siempre presente/ausente, etc, etc, etc.
La idea tiene la inscripción fuerte del desarrollo plenamente académico. Incluso muchas veces sus defensores intentan oponerla al otro concepto, identificándolo como lo conservador o reaccionario, mientras que la forma existencialista cargaría con potencial de cambio. Sin embargo, fue leer a partir de la marca de la angustia y su sensualidad, la que la emparentó con las artes, la música y la poesía de pretensión supra intelectual en el siglo XX. No se puede negar que es una idea hermosa, de ahí su atracción; pero tampoco hay que soslayar que su utilización requiere cuidado y trabajo que ahuyenten las posiciones y usos trillados. 

5.4-Claro que las ideas sedimentan políticas y éticas pero no siempre deben ser tomadas tan en serio; no hay una relación de necesidad ontológica por la cual quien haga x esté totalmente constreñido por causas que desconoce a realizar y. El registro de la libertad en los hombres aparece, difuso, en el medio, para dar respiro a lo que de otra manera sería un tejido de circuitos mecánicos. Aun así, lo cierto es que la primera idea carga con el apoyo de la biología; la vejez es un estado de debilitamiento donde el desgaste se acelera. En parte este ir contra el aporte de la ciencia es que el abuso de la segunda idea y sobretodo del factor angustia genera la percepción de posiciones afectadas, pedantería y mayor tendencia –debido a la exposición   implícita en la creación artística- a la sobreactuación que la primer idea, que registra sus picos de afectación en quienes exageran el momento de la paternidad o viven, de adultos, en la melancolía del periodo juvenil. El ánimo pareciera ser anterior al concepto, aunque la tendencia a creer que un ánimo débil elija la segunda idea es difícil de contra argumentar.
El rock tiene figuras que han tratado los diferentes conceptos aunque en lo básico, al ser una manifestación o experiencia con origen no académico, maneja la idea tradicional. Pero más que nada la experiencia del rock se unifica en la conciencia de que a fin de cuentas nada es tan serio. Es ese concepto lúdico primal el que le permite al rock sobrevivir como hecho cultural a través de la historia; corrompiendo lo que se considera sagrado en otras esferas, apropiándoselo para destrozarlo o deformarlo en alguna medida. Y es ese el elemento que lo vuelve tan complejo de teorizar y sistematizar. El rock abraza la no seriedad e incluso la exige en una mezcla que amenaza difuminar todo intento de objetividad crítica. Obviando el punk, por redundante, lo hizo Elvis bailando sugestivamente ante la seriedad impoluta de los crooners; lo hizo toda la década del 60 al deformar el blues tradicional y aportarle psicodelia; también los monstruos del rock progresivo, tomando los instrumentos nobles y la grandilocuencia de la música académica; o el glam, robándole al teatro, a la preocupación metafísica y el compromiso actoral. Cruzando interacciones y tensiones hacia adentro como hacia afuera, el rock es la misa y refugio que nos salva en la paradoja de tomarse con seriedad la tarea de decirnos que al fin y al cabo nada es tan serio. Por eso aquellos que en parte fluctuaron con la idea existencialista –el caso de Neil Young- se ven empujados por la experiencia del rock a tomar distancia, y vemos al viejo Neil, el que cantó “It's better to burn out than to fade away” (Es mejor arder en un instante que consumirse lentamente), seguir grabando discos y apuntalando su carrera; lo que también es un signo de distancia con la sobreactuación del concepto de vejez o declinación caro a la otra idea tradicional de muerte. Otro ejemplo, triste y poco inteligente, se encuadra en la figura de Kurt Cobain. Acá es posible ver a un músico que no supo establecer las distancias con la idea compartida con Young, y cometió el acto menos bello y pedante de todos al suicidarse dejando una nota con la frase anterior. La lectura defectuosa e infantil del concepto que efectuó Cobain lo llevó a creer en consecuencias lógicas implacables y a no poder soportar la contradicción; del mismo modo en el que la ortodoxia marxista de CBC aplica en todos lados una versión terrosa y lineal de estructura/superestructura sin cansarse de cometer errores.
Hay ejemplos de manejos inteligentes. Joshua Homme Jr., el líder de Queens Of The Stone Age, realiza un tratamiento de la muerte interesante, que incluye tensiones y mutaciones de conceptos. A través de su obra encontramos diferentes momentos en que tales ideas se imbrican, aunque el músico mantenga una sana distancia.
Pareciese que Homme camina cruzado por las dos ideas, una superpuesta a la otra; esto es, mientras en cada disco trabaja con un concepto mortuorio existencial, en un plano mayor que incluye el extremo más personal del artificio, se incluye en la forma clásica. Con ambos, sin embargo, establece con recurrencia las inteligentes distancias que lo hacen acercarse al lado contrario al cual se está refiriendo; un ir hacia la izquierda poniendo el giro a la derecha, dejando un ojo ahí. Todos los niveles colaboran para esto: la música –tonalidades mayores con la lisergia del uso de las séptimas de blues-, letras que por medio del humor o ironizando recalan en el “saber morir”-Song for the dead-, “no hay a donde escapar”-If a haid a tail-; tenebrosidad rítmica buscada y acentuada para producir extrañamiento cuando se puntualiza la idea existencial –gran parte de Like Clockwork lo muestra- y, por otro lado y a otro nivel, atravesar y vivir la adultez sin sobreactuar: desacelerar la fiesta y el consumo de drogas, mantener una relación estable, tener hijos; pero seguir saliendo de gira, haciendo rock, discos, proyectos nuevos, etc. En lo personal encuentro pocos ejemplos de mejor manejo; David Bowie puede ser o The Rolling Stones.




6-Simpleza y Afectación.

6.1-Reteniendo lo anterior y volviendo a los rockers argentinos, vemos que la obra de Napolitano y la de LAS establecen diferentes relaciones con los conceptos. Pappo trabaja con el concepto clásico y procura hacer también distancias inteligentes. Ya lo dije pero insisto en que la canción “El Viejo” sirve de ejemplo en el plano de producción, mientras que la continuación de su carrera en el período de madurez, cuando la idea prescribe sentarse a contar cuentos a los nietos, lo atestigua en el plano personal. Con claridad hay poco para rastrear del otro concepto en su obra, Pappo optó por un camino de simpleza muy respetable, propio de su obsesión centrífuga.
En el caso de LAS la adopción de la forma existencialista se muestra al realizar una lectura de espejos. No la alusión directa al tema sino que el detector señaliza cuando las canciones sobrevuelan otras ideas afines, como por ejemplo, los mensajes positivos de amor a la vida. En el mismo momento en que Spinetta habla o nombra “la vida” es cuando habla de la muerte y una manera de pararse ante ella teñida por la tristeza, la melancolía, y fundamentalmente, el miedo. Los tres registros importantes, voz, letra y melodía - y que no podemos separar- lo connotan. Algunos extractos:


Tengo que aprender a volar
entre tanta gente de pie.
Cuidan de mis alas unos gnomos de lata
que de noche nunca rien.

Si la lluvia llega hasta aquí
voy a limitarme a vivir.
Mojaré mis alas como el arbol o el angel
o quizás muera de pena.



Claro que, como dice Jarvis Cocker, las letras no pueden ser desprendidas de la música, “las letras no son poesía: son las palabras de una canción”. Y seguir al pie la afirmación del líder de Pulp acerca aún más a la hipótesis; como dije, la canción, la unión de letra y música sumada al color de la voz de Spinetta, chorrea tristeza y melancolía. Escucharla solo, en horas difíciles, puede ser peligroso; hasta que la extendida duración nos va acostumbrando y la contemporaneidad de nuestra escucha aparece. En ese momento la figura letal de Luis Almirante Brown rompe todo y ya solo queda en el parlante un hombre afectado, un perro ciego que choca contra un vidrio ante la risa de todos. Profundizo en esto más adelante.
La que sigue, “Quedándote o Yendote” entera:

Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida
y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de tí saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por tí
por mí...
y esto será siempre así
quedándote o yéndote.



Un manifiesto de cómo enfrentar las complicaciones de la existencia. Puede ser este uno de los ejemplos en el que mejor se dibuja el concepto de muerte existencialista, sobretodo en la última frase. Parece que hay que estar en estado de constante elección ya que eso que nunca se nombra está siempre presente; las opciones: o resistir desde el amor, o  entregarse a la llamada e irse. Al margen de la belleza que pueda irradiar la apuesta, el problema otra vez son los medios. La canción no deja de exudar tristeza; en todo momento, armonía, melodía y la colocación vocal se convierten en una máquina de fabricar nostalgia y temblor pavoroso.
La última, “Alma de diamante”, no cambia las cosas:

Aunque tu corazón recircule
siga de paso o venga
pretenda volar con las manos
sueñe despierto o duerma...
...o beba el elixir
de la eternidad
sos alma de diamante, alma de diamante



El elixir de la eternidad, el anhelo por algo que resulta imposible; como dijo un amigo, el quiebre de la realidad por la poesía. La afirmación lastimosa, y por decantación, de la finitud. Se canta como diciendo “no queda otra opción que aceptarnos mortales, lloremos”.



7- “Como el sol y la afeitadora eléctrica”

7.1-El deseo del artista y el trabajo personal por construirse a sí mismo más allá de la interpretación de sus obras es una tentación que lleva en sí algunos peligros. El resultado desfasado y, en general, el estado de pose de la obra de Spinetta debe ser rastreado en esa imposición de facto del autor por no despegarse de su obra. Mal leído o lo que es peor, leído a medias, LAS abrevó en un posicionamiento de muerte que, potenciado por esta mala lectura, se le vuelve ajeno. La miopía que ejerció lo llevó a adoptar posiciones ingenuas: creer que el fondo de todo es la tristeza, que la poesía se engarza ineludiblemente con la melancolía, que el llanto tiene más profundidad, incluso que la profundidad tiene mayor profundidad. La idea bella del morir en vida no llega siempre a objetivos tan grises; pueden gustar o no las posiciones de los franceses, pero está claro que no todo se cierra en una angustia de adolescente recién abandonado por su novia, más allá de cuanta obsesión tengan los galos por el finar. Pero sobre todo entender que la experiencia del rock tiene tanta dignidad como las demás y que se diferencia del ámbito académico sin necesidad de justificarse a sí a través de una subordinación y una vergüenza. El rock, sobre todo al momento de la producción, tiene su propio lenguaje, conceptos y horizontes, fruto de la fluidez en el compartir  y dialogar con las demás esferas más rígidas. Pero sí, como objeto cultural moderno, el rock es pasible de ser mediado por la crítica para establecer jerarquías, valoraciones y entrar al mercado con mayor riqueza. Y acá es que necesita inteligentemente de las herramientas que ya son utilizadas históricamente, con relativo rigor, en otros campos, por caso, la literatura.  Recorrer pocos metros del rock alcanza para encontrar la resistencia propia de los músicos a soltar su obra a un carril de discurso público, donde el trabajo multiesférico de la crítica pueda hacer aportes positivos. En otras palabras, el rocker –en Argentina más que nada- tiene la tentación de apegarse a los deseos del autor, es decir, se muestra muchas veces primitivo y no deja que la Obra levante vuelo, despegue.       
             Ricardo Piglia afirma, con vehemencia, “¿Por qué el escritor tendría que intervenir para afirmar o rectificar lo que se dice sobre su obra? Cada uno es dueño de leer lo que quiere en un texto. Bastante represión hay en la sociedad. (…) Un escritor no tiene nada que decir sobre eso. Después que uno ha escrito un libro, ¿qué más puede decir sobre él? Todo lo que puede decir es en realidad lo que escribe en el libro siguiente (p 9). Si reemplazamos “libro” por disco tenemos una fórmula que aceitaría la dinámica del rock para bien y que industrias de cultura rock más sofisticadas que la nuestra ya utilizan. Pero cuando caemos sobre Spinetta una fuerza contraria a esa inteligencia es la que empuja hacia adentro, donde el autor tira y se abraza uniéndose a su obra caprichosamente. Y ahí es que se ven los resquebrajamientos en los cuales se asienta.
Dije antes que el músico de Belgrano trabaja un concepto que le resulta ajeno, más que nada por establecer sobre él una lectura adolescente y a medio término.  Deseó ser El Poeta, desoyendo al líder de Pulp y su diferenciación –no originalmente suya- entre canción de música pop y poesía. El problema fundamental con esto es que Spinetta pertenece, por más negación que halla, a una experiencia distinta de la cual él quiere formar parte. Este campo, el rock, fuerza a LAS a realizar movimientos que exceden a sus deseos y que tienen que ver sí con la tradición y la sedimentación trans histórica de la práctica que conforma. Desde el llano, Spinetta quiere encumbrarse como Poeta cuando no es otra cosa que un músico de rock. Y ese encumbramiento -que le fue exitoso- queda desfasado con el bagaje experiencial al que pertenece en realidad.
¿Cómo se manifiestan estas errancias? En principio, el quedar a medio camino hace que se vean los hilos;  donde más arriba encontrábamos el respeto y el deseo hacia lo trascendente e invisible, vemos ahora, colocando al artista en el lugar que le corresponde, que el verdadero apoyo de su obra es el Terror a la muerte, impostado, producto de una mala lectura. Así, por ejemplo, podemos entender su apelación constante al amor más que nada como un deseo febril por el imposible compartir el camino a la muerte, que desde el existencialismo primal, es el lugar de la soledad profunda.
La tradición del rock, que maneja por su origen la idea más conservadora de muerte para desafiarla, tensionarla, etc.; obligó cada cierto tiempo a LAS a otros ejercicios incomprensibles de comprender desde su posición buscada de Poeta. Son los casos de canciones como “Cheques”, “Nasty People”, “Piluso y coquito”, “Estado de coma”, “Nena Boba”, la versión de “Llévame a ver un tren” ejecutada en el unplugged “Estrelicia”; algunos de los muchos cortes que avergüenzan en diferentes niveles al fanático pero que marcan una punta de escucha alternativa. Son momentos menores y obviamente dejados de lado o en segundo plano por sus seguidores fieles, insisto, a los designios del Poeta. El rescate de esa otra lectura corre por cuenta del que viene de afuera del sub discurso para reponer, sin quererlo quizás, una lectura más ajustada -y al que los miembros de la logia detestan, por “careta” o “comercial”, con un odio pacifista, una picazón que corre por dentro, un rubor en la cara nada más, todo muy hiper-racionalizado-.




8-Luis Almirante Brown

8.1- Siguiendo, quiero volver a traer, para resaltar, la aparición de Luis Almirante Brown, que socavó mediante el humor los mayores valores de seriedad en los que descansaba la figura de LAS. La puntualización que ejerció Capusotto con su personaje fue de una fuerza y un poder de ruptura inesperado, un Austwitch televisivo causante de una grieta sin retorno. Lo que tomó el cómico fue un juicio acerca del músico respirable en la esfera pública pero al que nadie tenía valor de exponer. La negación a dar cabida oficial a ese juicio fue parte y fruto del exitoso plan de apropiación del autor sobre su obra. En definitiva, la ausencia de críticos de rock y la multiplicación de los amigos del músico.     
Encumbrado como Poeta, intocable médium con Dios, Spinetta quedó del lado del derecho y la ley, lo que debe ser así: nadie ose levantar el dedo ante esa fuerza.
 La sorpresa es que tal juicio fue embrionado en el mismo fanatismo religioso, imposibilitado y ciego ante los deseos del Poeta, de emparentar “Nena Boba” con “No ves que ya no somos chiquitos” e inoculado, muy de a poco, por la propia tradición de rock con la cual chocan las pretensiones áuricas. Esa tensión entre dos conceptos, pero mejor aún, entre dos prácticas, manifestada en las distintas músicas que el guitarrista compuso a lo largo de su carrera, es lo que Capusotto puso sobre la mesa con una gran ironía.  ¿A cuál Luis Almirante Brown le creemos? ¿Al Poeta serio? difícil que tal rigidez nos permita ir hacia el otro lado, hacia “Nena Boba”. Entonces ¿Le creemos al otro? No tanto. El sketch deja abierta la dialéctica que permanecía engarzada y muestra el engaño. No es una locura afirmar que no hay posibilidad de volver a escuchar a Spinetta después de Peter Capusotto –es cierto, otras cosas tampoco-. Al menos, queda obturada la posibilidad de reconstruir la forma seria del sufriente inspirado sin esbozar una sonrisa, sin que aparezca el carácter paródico y muerto de la cosa o quedar como un pedante afectado delante de otros.

8.2- Con todo, del mismo sketch y aceptado lo anterior, se puede reconstruir una solución de escucha que mantenga oíble aún hoy la música de LAS. No niego el hecho de que el esencialista -como todo bicho policial de su especie- que pida una definición de oíble, me gana la discusión con el solo ejercicio ad infinitum de la pregunta; concedo y resumo dos puntos complejos que considero importantes a la hora de la escucha  y que merecen mayor trabajo: los rasgos de la  contemporaneidad y vida. Aceptado esto, Spinetta de no haber fallecido debería adaptarse a la nueva posición o soportar la burla creciente y la pérdida del respeto que produce alguien que quiere mantenerse en un lugar ya inexistente, como un pescador que tira sus líneas en un arroyo seco. Llamativo, el deceso físico coincidió con el de su figura de poeta a manos de Capusotto. No quiero arriesgar más allá del poder del entendimiento una senda mística, una astucia invisible por la cual el hombre alcanza su destino y muere, sin más, en la unión con aquello para lo cual fue presagiado.  




9-Variantes para después del final

9.1-Ahora puedo explicar mejor lo que al comienzo del ensayo insinué. La bifurcación y relación entre dos vías de rock, y posteriormente, dos tipos de duelos, uno festivo y uno prolongado, anclado en la nostalgia, vislumbrados a partir de los decesos de ambos músicos argentinos.
La solución festiva vimos que es una posible consecuencia de la misma obra de Pappo; la necesidad de establecer siempre límites lleva a sujetos atómicos que solo hallan en el ritual –asados, encuentros- la ecumenidad y el contacto con el otro. La preferencia por el vestir negro quiere negar y enfrentarse a lo que desde esa óptica rigurosamente crítica -y con frecuencia estúpida-, ven como “plástico” y “falso”.
 La cuestión en el duelo post Spinetta, el tinte irrisorio y pedante de estos sufrientes ambulantes puede ahora completarse. Lo que realizan es una lectura de la Obra ingenua y carente de libertad. Se limitan a adoptar los designios del autor sin mover una coma. Son sus esclavos y súbditos, quienes lo elevaron y lo sostienen en el pedestal. Ahí el trabajo silencioso de la acumulable tradición del rock, con sus propios conceptos e imaginarios, sobre todo el de muerte, y más fundamental, el axioma de quitarle seriedad a lo sagrado; la escucha externa de quien desde el rock no adora al artista; y el trabajo de Luis Almirante Brown, que vio la tensión negada por el fanático; terminaron de derruír el piso sobre el que esta posición casi divina se apoyaba.
La ética que sedimenta la figura final de LAS se resume así en el quedar sin sustento real del imaginario de una audiencia acerca de su ídolo; representa hombres atados a la melancolía, la tristeza y el siniestro goce ante la muerte acallado en una culposa errancia. Claro que los acólitos no ven el vacío en el que giran y se lanzan por las calles a repetir, moribundos, versos de “Quedándote o yéndote” como si fueran evangelios. Como dije, Spinetta colaboró –repito: con su deseo defacto muy propio  del rock pero velado por sus intenciones de escapar de las especificidades lúdicas de esa esfera- para que se produzca este final. El dominio del narcisismo, figura demasiado humana, es la clave para que su audiencia, corta de vista y carente de libertad, se nuclee entorno a la tristeza y la pedantería. El mu en el que mancomunan tiene los aportes tanto del artista como de su audiencia

9.2- Me interesa remarcar la carencia de libertad. Resulta interesante cómo nuevamente a la inversa del recorrido de Napolitano, la vía Spinetta, pretenciosa de elevación, culmina en una valle seudo totalitario y conservador oculto tras la máscara de la corrección política y la innovación sonora. Un oyente carente de las distancias e inteligencia necesarias puede ser preso de esto con cualquier artista, sobre todo por la propia dinámica del rock que puja por sacarse de encima el trabajo mediador de la crítica. La nota de color en LAS es otra vez su propia imagen de inteligencia progresista que aparenta o exige una culminación distinta. Y no solo se ve la relación esclava en el binomio artista/público, sino que se expande hacia afuera. Discutir hoy a Spinetta parece un sacrilegio, una afrenta que pide la cabeza de quien levanta el disenso.
El día del funeral su hijo Dante (dejando de lado -por favor- todo el amor y el dolor del momento) deslizó algo así como que “se fue el mejor, el que con cada disco te mandaba a aprender”. El saber cómo virtud. La academia y lo culto. Apolo. Me dirán que Pappo también envió a Dj Deró a aprender. Esto es inexacto. Lo mandó a tocar, a ingresar al ámbito de la experiencia del músico, en otro gesto por establecer límites y separar, yendo una esfera por encima de su especialidad, aquello que es producción de música de lo que no.
Volviendo al entorno LAS ¿Por qué esta necesidad de mantener el pedestal, de argumentar en términos de virtud, mejor/peor, etc.? Creo que se debe a que el vacío en el que se apoya tal posición muestra sus señales, incluso a los dogmáticos. Más aún, este final apolíneo refuerza tal ausencia de sostén. La experiencia y la tradición del rock acechan, ineludibles, como la propia animalidad de las bestias, y toda esa apelación a la virtud se desnuda como un “manotazo de ahogado”, el último intento de sostener, con alambres podridos, una reja pesada que cae.   



10- Al rescate.

10.1-El fruto de lo anterior muestra la inviabilidad de escuchar a Spinetta con aire serio sin que se hagan explícitos el carácter forzado y muerto. El análisis mostró a partir de un tema banal, los diferentes duelos, cómo el empujar las puertas de lo observable trae a la luz conceptos velados y usos, equívocos o no, de los mismos. Es decir, partí del sospechoso duelo para desnudar el engaño y la participación del propio artista en la configuración del ardid. Dije que el narcisisimo sumado a la lectura a medias de conceptos ajenos al imaginario standard del rock son el aporte por parte del artista, mientras que la aceptación sin libertad ni distancia de sus deseos es la responsabilidad que recae sobre la audiencia y el periodismo “amiguista”. Quiero sin embargo aportar un posible rescate y escucha que contemporice la música de LAS. El mismo se deduce con facilidad de las conclusiones anteriores, incluso tal teorización es también un ejercicio de la reposición buscada.
Los dos caminos que abstraje cometen excesos. La vía de Pappo arroja un puñado de hombres incapaces de disfrutar de otra cosa que no sea la música de ese guitarrista; la vía Spinetta decanta en la pose del sufriente. Ambas son miopías que aparecen al ser contrastadas con la tradición rock en general; la diferencia entre ambas es que la primera consiste en una introyección hacia adentro mismo de la esfera, una exageración centrípeta. Como tal, los mismos anticuerpos la disuelven, la dejan expuesta y en soledad. No es inocente que muchos de los embarcados en esa postura descansen en el blues, quizás la materialidad más cercana para encontrar cuando se buscan las inmateriales napas del rock.
 La segunda miopía se comete hacia afuera, en la experimentación, el movimiento centrífugo, el robar propio del rock, que en su exageración quiere negar la esfera y el centro de la que surge, aún siendo el mismo un gesto imposible. Ahí es que aparece a escena el giro en falso, deformidad sobre la cual hay que trabajar.
Si el rock fuese una gnoseología, sería en parte la sarmientina de los gauchos rastreadores, que roban, utilizan y matizan lo que encuentran al paso, para orientarse en una tormenta, saber donde se encuentra el río más cercano o encontrar el rastro de un Unitario fugitivo. LAS por un lado trabaja de tal forma –toda la apropiación de Foucault, Artaud, etc. es un gesto rocker- y por otro lado se excede y quiere negar tal experiencia para convertirse en otra cosa. En esa tensión y ciego por el deseo es que comete el error de derivar conclusiones como si fuesen de una necesidad de hierro, repitiendo lo que identifica que son gestos propios del poeta que llevarían más allá. El resultado –y ya canso- la melancolía y el miedo a la muerte, la negación de la realidad por la poesía, la profundidad vacía.
             Pappo se queda pasando el barrefondo en la pileta de la tradición. Y si comete un error es el exceso de buscar lo específico cuando lo propio del género es el robo, lo difuso y la desdramatización. No hay otra esencia rígida, más allá de la percepción de alguna materialidad como el blues. Sin embargo, y por más paradójico que sea, su trabajo es necesario. Hay que encontrar los falsadores potenciales y límites del rock para que este no se diluya del todo; no todo es rock pero nada es rock, casi un axioma oriental del Tao.


10.2- La tarea a desarrollar consiste entonces en despojar al músico de Belgrano del aura y el nombre de Poeta para restituirlo a donde verdaderamente pertenece: a la experiencia del rock. Ni poeta, ni médium, ni profeta: un músico de rock. De esta manera –que no es bajar a nadie de ningún lado - se lo devuelve al plano real y se vuelve susceptible de todas las operaciones críticas. Solo así, aceptado como artista de rock con una obra integral, un rockstar en definitiva, resulta posible y fructífero contraponer la misma con la tradición y con el presente temporal, para descartar aquellos momentos pésimos que abundan en ella –toda una década completa de música- y jerarquizar los buenos tiempos. Solo así se repone con sentido la relación entre “No ves que ya no somos chiquitos” y “Me gusta ese tajo”, para que Luis Almirante Brown empiece a coserse sobre sí, a suturar y no quede aislado y ajeno el humor con el que contaba el músico. Irónico, la tarea para restituir al artista, requiere ir contra los propios deseos del mismo, apartar la música de sus manos y ponerla en las del oyente para que, al fin, cumpla con su trabajo y tarea de completar la Obra con la máxima libertad posible, para que se vislumbre el valor de un músico de rock que siguió haciendo discos hasta el fín, cantando sobre todo, acerca del miedo a la muerte y lo finito con la nobleza de armas que intentaron en todo momento esquivar lo convencional.




[i] Sería interesante -para otro lugar, claro- establecer una tabla de doble entrada con, por un lado, los grados que diferencian la juventud con la vejez, pasando por la madurez intermedia; y por otro un puntaje que mida la posible relación entre dolor-comprensión referidas a los distintos funerales, siempre dejando de lado las historias personales de lado, por supuesto; funerales “en el vacío” sería una correcta imprecación.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Kings Of Convenience.


Música semi otoñal, personas en la playa después del boliche con zapatillas náuticas y todos los problemas resueltos. Los Reyes de La Conveniencia, de Noruega. "I could never belong to you" Le cantan eso a la que están besando en el manecer playero. Ah, relájate nena.





Contar una buena historia.

Si alguien me pregunta que considero una buena historia, tendría que ponerme a escribir largo acerca de composición, ironía, tensiones, humor, etc. Más vale resolver por la extensionalidad, que tanto criticaban los filósofos. "Usted me está dando un ejemplo de lo que hay que definir, no por eso me está definiendo la cosa, comete usted una petición de principio" Bien podría este pensador imaginario formar parte del capítulo de Los Simpsons, Homero en el Espacio Profundo, todo un ejemplo ¿contemporaneo? -tiene ya veinte años- de como narrar bien en este periodo de la historia humana de occidente. Dejo el link.


http://www.lossimpsonsonline.com.ar/capitulos-online/espanol-latino/temporada-5/capitulo-15

Eagles Of Death Metal -Vivo Hurricane 2012-

Las Águilas siempre me acompañan. Con el máquina Castillo en los tambores, que se fue de QOTSA para relajarse un poco en este otro colectivo de Palm Desert. Como dejar la General Motors e irse a un taller mecánico, pero con lisergia. Algo así como limpiar piezas con kerosene  después de haber sentido la presión de marcar tarjeta a horario en una línea de montaje. La carga sensual de irse y mirar caer la tarde en la parte de atrás del taller, la que da al campo, mientras se mezclan el sonido de los patos con el ruido mínimo y rápido de autos nuevos allá en la ruta.    



viernes, 24 de enero de 2014

Modernidad y rock.

1-Una banda de rock me invitó a presenciar el sábado pasado la grabación de lo que será su primer demo. Consiguieron una casa vieja en una zona de la ciudad donde son mayoría este tipo de construcciones de techos altos, muchas habitaciones y con  patios enormes divididos, por lo general, en una galería techada y otra sección con pasto e incluso una quintita particular abandonada. La sala de grabación se ubica en una de los cuartos de la casa masomenos acondicionado para efectuar el registro sonoro. Frazadas colocadas en estructuras  semejando fantasmas vintages son las encargadas de absorber y amortiguar el sonido. Un escritorio con una computadora y la consola reglamentaria enfrenta la zona que ocupan los músicos. Da la impresión de que tanto como grabar una banda de rock es posible realizar en el lugar una sesión de espiritismo y materializar alguna criatura supraterrenal mientras se la observa corporizar desde las consolas. La escena no difiere mucho de lo que es una grabación. Auriculares y atención puesta al centro de la sala, maquinaria conectada, concentración y el temor a lo desconocido, a la interrupción de lo ordinario: una pifia que corta el flujo, una canción que se graba, un espíritu que se presenta; da igual. Incluso el producto final, la canción o el disco, pueden relacionarse fácilmente con la materialización de algo que antes era invisible. No lejos de ahí, a veinte metros de distancia aproximadamente, se llevaba a cabo un velorio. Ironizamos en varios momentos sobre la posibilidad de resurrección del muerto debido al sonido de la banda y nos reímos con recurrentes imitaciones zombie realizadas por uno de los guitarristas. En algún descanso, hablamos de Todos Tus Muertos debido a dos factores: que el sonido devuelto por la consola tras realizar las tomas traía restos de punk under noventista –sobre todo por el color mordido y violento de las guitarras- y, segundo, la cercanía del velorio a sabiendas que los TTM utilizaban coronas fúnebres en sus recitales. La sesión terminó alrededor de las dos de la mañana. Cansados y con el compromiso de retornar en siete días, los músicos se fueron yendo. Antes descorcharon un vino y brindaron confiando en el éxito de la primera jornada. Hay una  fe que es necesaria en estas circunstancias y que el músico deja ver. Cierta comunión desde el momento en que se carga el primer equipo hasta que se retira el último pie de la sala horas después, connotada en el buen humor de todos. La risa debe contagiar una jornada de estas características intensas, con la modalidad del registro en directo, todos juntos, como si fuera en vivo; de otra forma, la tensión amenazante secuestra la escena y es muy difícil retornar al eje. También se ve esa fe en lo dejado para la siguiente sesión, lo que resta. “Bueno, hacemos hasta acá y continuamos el sábado que viene”. No se detiene mucho la reflexión en los pifies o erratas, no es el momento. Para tal fin está el devenir de la semana y la primera escucha “frescos”. La sucesión dinámica de los días se encarga de eso, de pasar por la saranda toda la fe invisible y todo lo no dicho en la grabación para poder ir con otro marco de realidad a la siguiente sesión y renovar la ilusión. En resumen, hay misticismo, necesario, en estas situaciones de tensión tan observable como en la previa intima de un equipo de futbol. Hay cosas en ese momento de las que no se habla.  

2-Hoy domingo por la mañana busqué en YouTube un disco de Cienfuegos para escuchar, quería comparar sonidos de guitarras, seguir indagando en las texturas eléctricas incentivado por lo vivido la noche anterior. Abajo a la  derecha, en las recomendaciones, la aplicación proponía un disco de Todos Tus Muertos. La belleza y sensualidad de internet consiste en saber interpretar en algoritmos y lenguaje decimal los gustos y –sobre todo- el presente de los diferentes cuerpos humanos. Escuché los discos, el de Cienfuegos y el de TTM. El segundo comenzó con una canción tremenda, que corona la totalidad de la experiencia: "Toda la recamara olía a muerte pero el aire particular del féretro me hacía daño. No me podía mover contemplaba fijamente el cadáver rígido extendido, en el féretro." La letra y la música siniestra me hablaban a mí –solo a mí en ese preciso momento- del evento vivido la noche anterior, pero además se extiende y nos permite entender mucho más. ¿No es el rock ese muerto sobre el que no podemos dejar de posar los ojos, ese filo, el punctum de la foto mayor, la modernidad, que nos daña pero hipnotiza y a al cual no cesamos de resucitar? ¿No es la recamara de TTM la modernidad entera, siempre muriendo, infectada de olor a coronas, a jazmines, a calas de plástico? Los filósofos alemanes entendieron que el tiempo nos atraviesa y por la tanto, la presencia de la muerte es ineludible y constitutiva; no se puede ir contra ella, se la acepta y se vive a partir de ahí en la paradoja de intentar superarla. La modernidad y el rock son de los hombres y por lo tanto están infestadas de muerte hasta el excremento. ¿Qué hacía yo ahí presenciando esa grabación, cerca de ese velorio, hablando de punk viejo, haciendo rock? Es claro: ellos realizaban la sesión de espiritismo, intentaban, hipnotizados, revivir al muerto, materializándolo y sobre todo, repitiendo -y en el mismo repetir  haciendo un acto preciso en esa casa antigua que ya es eterna, con techos altos, fría, siniestra-. El evento es pasible de ser repetido y por eso se torna irrepetible. Yo fui un simple testigo. Alégrese, la comparación no necesita mucho esfuerzo. La casa semeja la modernidad que amaga siempre con morirse y los músicos, como los dioses que crean vida, hoy descansan para volver a colar materia en siete días.


Si te arrancás una cana te salen siete más.


Ojo
con la objetividad
a veces pensás
que la sentencia
corre para todos
y en realidad
puede que
te estés poniendo viejo
vos, solo vos.

El calor y la combustión hacen las cosas borrosas.


Se me pasó un tren
no veo bien cual es
pero
expiró la suerte
que era para mí.

Vi borrosa la figura trasera
de un vagón.
que ya se fue.
Lo peor:
no tuve ganas de correrlo
como siempre, suelo aburrirme rápido.

Y acá, parado,
cagandome de risa,
ni siquiera cerca del andén,
juego en los yuyos
con los perros.