Clavada en el abyecto lugar que rodean el tercer cordòn del Conurbano y el comienzo de la vieja pampa brava, el campo llanuroso, el paisaje vacuno. Ahì aparecen las casas bastante bajas y la auto multiplicada red de locales de ropa y remiserìas. La gente acà se viste màs y tampoco le alcanzan los autos, a juzgar por la cantidad de negocios. Se visten seis veces por dìa, como mínimo: para ir a la oficina y llevar de pasada los hijos a la escuela bendita del centro, frente a la plaza, escuela cuya matricula otorgaba status en algùn tiempo (añorado). Para atender al sodero y que sepa, sin decirselo con palabras, que hay distinciòn entre él y la dueña de casa: vaya ahì una linda camisa que la mujer del empleado no va a tener nunca. Para salir ,otra vez a realizar los tràmites bancarios y que el cajero reconozca a los de toda la vida, ¿como va a hacer la cola? ¡si hizo tanto por acciòn catòlica!. Y se vuelven a desvestir y vestir para ir a buscar a los chicos, se agrega algùn anteojo de sol y ahì no se toma remìs, se va en auto propio semi estacionado, con la baliza puesta frente a la escuela. Que sepan que la fabrica de harina nos diò un Audi, a costa de entregar el alma eso si, pero que sepan del auto. Que sepan. Y llegan de la office, hay que dejar el Kevignston, ponerse el short y las nauticas y ellas, y ellas...y ellas...hay, ellas. Ellas se mueren por que las vean colgadas de la chomba de su hombre, con el Audi atado al cuello y los chicos tan chicos, divinos...hoy a catecismo, mañana inglès y el domingo iglesia nuevamente. Ella està chocha. Chocha. ¡Tan contenta estàn ella y sus amigas! sin embargo, algo las tiene preocupadas, de tal forma que cuando se juntan entre todas, conversan del aluviòn africano que està invadiendo al pueblo: que ya no nos conocemos entre nosotros, que ya no se puede caminar como antes, ahhhhh...el suspiro romano de la indignaciòn...que estamos pensando irnos a Lobos definitivamente, que yo ya me empecè a ir los finesdesemana, y encima parece que vendrìa el tren electrico!!...esto, asì, ya no va màs!!. Y no lo saben pero lo saben, la indignación es heredada: de la madre, de papá, de la tía y sus amigas...
Se van todas a casa, en mil remises distintos, hay que cambiarse de ropa una vez màs, antes de dormir, y soñar con el dpto en Barrio Norte y los chicos tomando la combi a capital; el domingo a las diez de la noche.
Genial Cabezón, un pantallazo muy fiel de lo que es el pueblo. Gracias
ResponderEliminarGracias viejo!
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