Un mafioso es un anarquista. Desafía el poder establecido aún acercándose a los detentadores de poder, destruye, portando un arma, las leyes, esa materialización de la racionalidad occidental. Un anarquista lector de Bakunin nada tiene que hacer ante un Capone. El segundo es el verdadero anarquista que, como Heliogábalo, solo se afirma así mismo, crea sus leyes y obliga a los demás a cumplirlas. ¿Las leyes son convenciones? el anarcomafioso dice que son las suyas, ¿el principio de convivencia reza respetar a los demás y sus voluntades? el anarco impone sus leyes y obliga a los demás.
El agricultor respetuoso lleno de amor y fraternidad nada puede frente al amor por la Colt del mafioso.
Esa es la anarquía. Quien quiera ir por allí he ahí el sendero de la afirmación de la voluntad aunque no sean sujetos individuales sino clánicos, familiares, colectivos. Al resto nos queda la incertidumbre del acuerdo entre nosotros, y el rezo.
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