martes, 13 de diciembre de 2011

El DEBER

Terminé de matarla contra la almohada de un perdido hotel de Bs. As. Limpie el puñal en la bañadera al mismo tiempo que lavaba mi fisonomia. Una vez seco, me vestí y me marche. No quise saber de su cuerpo ni, de los restos, ni de la sangre derramada y mezclada con la traspiración de los cuerpos que dos horas atras se habian amado.Tomé un taxi con la convicción de que el viaje duraria poco. En efecto, a las dos cuadras, sobre Rivadavia; un patrullero interceptó el vehículo. Sin ánimo de resistencia, respetando los crudos dictámenes de esa mitología que llamamos conciencia, me entregué. Tuve un proceso, corto, efectivo, me declaré culpable, directo a la carcel. Hoy llevo ya casi un año adentro. No puedo dormir, apenas unas horas que parecen minutos, por noche. Ahora la veo bella, esplendorosa; el terrible recuerdo, la diabólica memoria. Sin embargo, estoy feliz. Suelo estallar en carcajadas en medio de la noche; pues he logrado mi objetivo y lo que tanto ella me pedía: el no poder olvidarla, el tenerla presente en cada instante, en cada intersección en que mis pestañas ejecutan su interminable función, en cada palpitar de mis organos, en cada constricción de mis intestinos; en cada efímera palabra que pronuncio y que pronunciaré; en cada simbolo en la pared; en cada forma de las nubes; en cada parábola de la biblia que acompaña mis días, en cada dia que pago en esta cueva de ratas.


El asesinato me dejó a ella impregnada sobre mi, la fuerte impresión de su piel. Conservo de su ser, ahora, todas las acciones que ejecutó sobre el mio y la certeza de que todo es mas bello a la distancia, todo tiene otro color, si era verde oscuro, se ha suavizado; se asemeja al celeste que llevo de niño emparentado con la perfeccion.No puedo olvidar el recorrido humedo de sus labios en mi piel, ni el olor de su sexo, ni su tibia sonrisa. Esto me alegra: ¡por fin te amo de veras! ¡como me exigías mi vida, como exige el Dios cristiano! ahora que te he asesinado y te has convertido en mi culpa puedo asegurar que no puedo olvidarte, que te amo!! como rezaban los versos de ese poeta estupido y barato en su poema que alguna vez me leiste al oido.


Hace frio; por entre los barrotes escucho el sonido del agua callendo; dicen que la lluvia lava los recuerdos y prepara nuevas piletas donde bañarse; sonrio al pensar en esa sentencia. Una gota se filtra y rebota en mi cabeza. La siento descender desde el flequillo hacia la cara. LLega a mis labios.


Vuelvo a sentir culpa, vuelvo a sentirte.


                                                                                                                                            2007

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho Sergio, te felicito. Saludos

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  2. Gracias! mil disculpas por la demora en responder, recien hoy veo el comentario.

    Saludos!

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