Un análisis de un cuento de Rodolfo Walsh que presenté en la materia Teoría y Análisis Literario UBA 2011. La tónica, el enfoque de lectura es de estética marxista, escuela que me pareció de las más interesantes, aunque reconociendo el aporte imprescindible de Barthes y Derridá en cuanto a la libertad que dan para la creación y la casi obligación, imperatividad, ética de construir otro texto después de leer. La máxima sería "escribe un libro acerca del libro que leíste pero que sea otro, con cierta independiencia del primero" lo que implica una segunda máxima "hagan sus propios textos, sean y no dejen de ser ustedes".
Sergio Massarotto
Según Aníbal Ford[2], el cuento “Nota al pié” sería un ajuste de cuentas de Walsh con su pasado. O sea, el texto sería, entre otras cosas, un texto con elementos autobiográficos. Con Walsh se nos dispara la incógnita de saber cuánto de lo que está escrito por él cristaliza su vida como escritor y cuanto no. Quizá la pregunta suceda con todo escritor, el tema en cuestión es que uno cae a los textos de Walsh con la conciencia de su historia y su recorrido desde lo que según Ford sería “el culto a la inteligencia”[3] hacia una escritura donde la “realidad” lo inunda todo y los límites entre el periodismo y la literatura se desvanecen. Se puede hacer el esfuerzo por incorporar el cuento “Nota al Pie” como un intermedio entre ambas posturas y ver si contiene algo más allá de ser un cuento entretenido sin llegar a ser un extracto de su vida. Llama la atención del cuento son los procedimientos con los que se lleva a cabo la historia. Ante la primera mirada aparece desde el texto la exigencia de un lector activo que “acomode” las piezas y establezca un rumbo de lectura; el texto se puede leer linealmente pagina por pagina, solo la parte superior primero y luego la inferior, viceversa, solo la parte inferior, etc. En fin, son varias las posibilidades de leerlo pero más allá de la multiplicidad lo interesante es ver si hay presente en ese juego algo más, alguna variedad de sentido.
Sergio Massarotto
Según Aníbal Ford[2], el cuento “Nota al pié” sería un ajuste de cuentas de Walsh con su pasado. O sea, el texto sería, entre otras cosas, un texto con elementos autobiográficos. Con Walsh se nos dispara la incógnita de saber cuánto de lo que está escrito por él cristaliza su vida como escritor y cuanto no. Quizá la pregunta suceda con todo escritor, el tema en cuestión es que uno cae a los textos de Walsh con la conciencia de su historia y su recorrido desde lo que según Ford sería “el culto a la inteligencia”[3] hacia una escritura donde la “realidad” lo inunda todo y los límites entre el periodismo y la literatura se desvanecen. Se puede hacer el esfuerzo por incorporar el cuento “Nota al Pie” como un intermedio entre ambas posturas y ver si contiene algo más allá de ser un cuento entretenido sin llegar a ser un extracto de su vida. Llama la atención del cuento son los procedimientos con los que se lleva a cabo la historia. Ante la primera mirada aparece desde el texto la exigencia de un lector activo que “acomode” las piezas y establezca un rumbo de lectura; el texto se puede leer linealmente pagina por pagina, solo la parte superior primero y luego la inferior, viceversa, solo la parte inferior, etc. En fin, son varias las posibilidades de leerlo pero más allá de la multiplicidad lo interesante es ver si hay presente en ese juego algo más, alguna variedad de sentido.
Lo que vimos nosotros es un texto que está armado en base a una serie de oposiciones que se reflejan tanto en los sentidos del texto como en los procedimientos, en la forma. Oposiciones que van de arriba abajo, de afuera hacia adentro, del pasado al futuro. Por empezar, tenemos la primera oposición en el texto que son los dos textos donde a cada cual le corresponde un tipo de narración diferente, un cuento con dos narradores simultáneos estructurados en dos espacios distintos, uno como ¿sección principal? o “carril superior”, donde hay una narración en tercera persona y el personaje principal es el editor de “La Casa” (Otero) y el otro como una nota al pié, donde la narración es en primera persona y el personaje principal es el mismo narrador, León de Sanctis[4]. Al interior de esta primera oposición encontramos la relación entre los dos personajes, el de la parte superior, una especie de jefe para el segundo, el de la nota al pie, un traductor de novelas policiales. La relación de oposición se evidencia más por el trato del segundo al primero totalmente asimétrico y de casi reverencia hacia el editor de “La Casa”. En el plano “material” del cuento, las diferencias en el tamaño de las letras en ambos carriles narrativos y la subordinación del segundo al primero, al menos en el comienzo del cuento, pueden ser entendidos como la connotación de esta oposición. Entonces tenemos ya dos claras oposiciones encuadradas en la dualidad “arriba”/”abajo”. Encontramos sin embargo otras de distinto carácter. Por ejemplo, hay un afuera y un adentro en el texto que se hace más manifiesto en el carril inferior. Afuera está el peronismo, la demagogia, el oficio de gomero; adentro está el oficio intelectual, la traducción, la soledad, el idioma inglés, la novela policial. Afuera el mundo concreto y latente, adentro el mundo solitario del trabajo intelectual. Afuera se deja el cuerpo, adentro se deja el alma. Esta oposición se cruza con otra de corte temporal, pasado y presente; si bien ambas narraciones se desarrollan en un tiempo presente, la del carril inferior, forma parte del pasado del carril superior; su texto es una carta dejada antes del suicidio para que sea leída por el editor de “La Casa”; en suma el tiempo presente general del relato lo marca el carril superior mientras que la nota al pié habla desde un pasado, si bien próximo, “presentificado”. La entrega de la carta, que constituye la nota al pie, sobre el final del relato superior, evidencia y completa esta última oposición. Entonces tenemos arriba-abajo, adentro-afuera, pasado-presente. Tres oposiciones con sus contenidos distintos que se manifiestan en todo el cuento. Ahora bien, lo más interesante, los sentidos específicos, aparecen cuando todos estos ordenes empiezan a cruzarse entre sí; es cuando los mundos tienen comunicación que se dan los momentos decisivos del cuento. Así el pasaje de gomero a traductor, del afuera hacia el adentro, es un hecho que signará la vida de ambos personajes; a partir de allí se conocerán, a partir de ahí el traductor comenzará el peregrinaje hacia su solitaria muerte.
El crecimiento material del carril inferior por sobre el superior va evidenciando el cruce en la oposición arriba-abajo. En determinado momento solo va a quedar el abajo, la nota al pié ocupando todo el cuento. El momento cumbre es la conciencia de la alienación sufrida por parte del traductor que no es distinta a la sufrida por los empleados de la gomería: “Ellos prestaban sus manos, yo alquilaba el alma”[5] declara De Sanctis y aparece ahí cifrado su destino fatal. No hay rebeldía, solo entrega sumisa a lo que parece un inevitable. Es el escenario más temido por Lukács, o mejor aún, por Brecht, la peor pesadilla para el marxismo: el hombre que toma conciencia de su situación, rompe el velo ideológico y sin embargo opta por renunciar a toda lucha: suicidarse. Ahí, en ese momento, la nota al pie se apodera de todo el texto: no hay más que alienados, que solitarios entregando su vida a cosas que no les pertenecen; solo nota al pie, letra subordinada.
El cruce de todas las oposiciones (siguiendo también a Ford, en su hipótesis a la oposición Borges- Walsh) es el cruce inverso al que realiza el personaje borgeano de “El Sur”[6]. En el cuento de Borges, el personaje, Juan Dahlmann, cruza desde la intelectualidad a un plano externo, más violento, donde rige la lógica del coraje y encuentra ahí su muerte. En el cuento de Walsh el cruce es inverso; del mundo externo, de la gomeria, el trabajo manual; hacia un mundo interior, de trabajo intelectual. El resultado sin embargo es el mismo en ambos cruces y embos planos: la muerte espera. En el cuento de Walsh, lo distinto es el carácter de alienación, la soledad del traductor que se opone a la muerte violenta del culto al coraje borgeano.
Ahora bien, retomamos la pregunta inicial ¿es el cuento solo este entremado de posibles lecturas y oposiciones? ¿Es solo un juego de procedimientos? Creemos que al margen de lo rico en procedimientos, estos no están en el cuento solo de manera lúdica, como dijimos, el cruce de todas las oposiciones encierra los costados fundamentales del cuento, sus sentidos implícitos y significantes. Y repetimos, el punto cumbre del cuento es la conciencia del traductor de la alienabilidad de su tarea, el caer su fe en una superioridad, en un carácter especial, atribuido al trabajo intelectual.
Es posible que el cuento tenga una denuncia o, mejor aún, una advertencia sobre este carácter de alienación y las posibles reacciones del individuo ante la conciencia de dicho status. No todo tomar “conciencia de sí” lleva a la revolución, hay otras posibilidades que deben ser desnudadas. Por otro lado, el cuento parece responder a la exigencia adorniana[7] de oposición crítica al mundo social manifestado, justamente, en la multiplicidad de procedimientos que invierten la linealidad de la historia capitalista: aquí los sentidos son diversos, las oposiciones se cruzan, la nota al pie termina inundando el texto; en el mundo material la nota al pie es siempre subordinada, la linealidad rige la historia, las formas están codificadas y establecidas. Es ahí quizá donde el cuento ofrece su carácter más crítico con el mundo social, su oposición y denuncia se manifiesta en la forma y en sus procedimientos, es desde esta óptica que se aprecia la tarea del contenido respecto a estas formas críticas y realiza su aporte desde la conciencia de alienación del traductor.
El carril superior puede ser visto como una escena de un cuento policial: hay un muerto, se espera que llegue la policía, hay notas de suicidio. En su paulatino desaparecer, la parte superior realiza su aporte crítico: es el cuento policial que desaparece, el ámbito de la pura inteligencia que se desintegra ante la revelación de la alienación general, ante la caída del velo ideológico; cae la ficción escapista y aparece de lleno la verdad del capitalismo: la explotación que genera alienación en los hombres, no hace distinción alguna.
Sergio Massarotto (Cabezón) 2011
[1] Walsh, Rodolfo (1967), Nota al pie. En Obra literaria completa. Mexico: Siglo XXI, 1985 pp. 419-446.
[2] Ford, Anibal. Walsh: la reconstrucción de los hechos. En: Desde la orilla de la ciencia. Ensayos sobre identidad, cultura y territorio. Buenos Aires, Puntosur Editores, 1987. p.160.
[3] ibídem, p. 155.
[4] ¿Es el narrador De Sanctis o es Otero que lee la carta dejada por De Sanctis quien está “leyendo” la palabra del traductor muerto?
[5] Rodolfo Walsh, (1967), Nota al pie. En Obra literaria completa. Mexico: Siglo XXI, 1985 p. 444.
[6] Borges, Jorge Luis. (1953), El sur. En Ficciones, Buenos Aires: EMECÉ Editores 1956.
[7] Adorno, Theodor W. Teoría Estética. Barcelona: Ediciones Orbis S.A. 1983.
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