Hay que aclararse los ojos
con agua corriente
frente al espejo pero
mejor,
mejor por la tarde,
a la hora que el sol reemprende
de grafa gastada
el camino a su casa
buscando monedas
en bolsas de viento
y piensa,
paciente,
que llegue su bondi.
ya está oscuro,
dificil la zona
para hacer dedo.
Acomodar la garganta
de tarde y jurarse
escribir
canciones
como si fueran novelas;
cantarlas piano piano,
que tejan los diálogos
posibles escuchas
y surjan en sombras
personajes barbados, mujeres valientes,
perros
afluentes de ríos,
escenas que queden y quede
la huella en la nieve.
Pintar crudos lienzos
como se hace una música
oyendo
a los gatos
jugar
bajo sabanas y cortinas
o el sonido del aire
rozando
las copas de vino,
o
el ruido golpeado de un cuerpo
entrando en el otro,
previo permiso.
Escribir poesía como se espera
inclinado y febril un pase gol
(si se juega de 9).
Culminar novelas
del mismo modo que empezamos canciones.
intentando
atravesarnos
lo poco que queda del alma,
su pedacito tenue
y
sobreviviente
hastiarlo de guiños
regar y rezar su raiz
con propio semen y ver
si en una de esas
el almabaldío
otra vez
pedacito tenue
nos excede
crece.
Febrero 2012
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