La madre, como el Estado,
es un espacio en disputa.
Ahí se desangran los hermanos
y el padre
por conseguir un abrazo
un desayuno liviano en la mañana,
una absolución
a los pecados diarios.
El Estado también se mete y disputa
la mira de reojo
la imagina fuerte (y no yerra).
En el fondo el también quisiera
ser arropado y las sábanas
limpias, con
olor a canto, siesta.
Yo
todavía no sé, si tiene razón
mi madre
o el Estado,
monstruo de hielos y fuerza.
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