Por Sergio “El Bomba” Massarotto
Ricardo Iorio es un personaje que sabe lo que tiene que decir. Una vez dijo que no pensaba ser músico toda su vida, que podía hacer otras cosas. Y cuando el entrevistador le preguntó qué cosas él contestó, como se debe, “rectificar un motor, hacer un pastón”. Cuando lo escuché lo aplaudí. Es probable que ni siquiera sepa las proporciones exactas de arena y cemento ni mucho menos las medidas de la las llaves para sacar una tapa de cilindros, pero es consciente de que si hay alguien, es él quien está autorizado y quien debe decir eso. Queremos que diga eso y queremos imaginar a líder de Almafuerte haciendo un pastón un fin de semana en su campo, puteando al aire, escupiendo de vez en cuando y limpiándose las manos en la remera de V8 desecha.
Ahora hay que hacer el mismo esfuerzo, más difícil, por supuesto, para imaginárselo con twitter, escribiendo en ciento cuarenta caracteres. Iorio tiene tuiter. Bueno. Al menos hay una cuenta que lleva su nombre y utiliza frases suyas. Pensemoslo, mejor, ubicando señal en Sierra de la Ventana, donde tiene el campo, y escribiendo lo que se le ocurrió mientras acomodaba unas ramas para hacer un fuego.Es posible sostener que hay un Ricardo antes y después de Casella. La entrevista con el periodista de lentes gay y trajes exóticos reubicó al pope del metal argento en el carril mediático y lo hizo trascender el cerrado círculo del rock. Era de esperar que una figura tan jugosa desemboque en una cuenta de twitter. Su mitología de tragaleches, jiponazos berretas, peronismo crudo, putos, bardos al resto del mundo del rock, posturas fuertes, posturas mariconas y mensajes humanitarios tiene todo para el difícil y extraño éxito tuitero.
El arsenal del Iorio post Casella puede leerse casi completo en esta cuenta. El líder de Almafuerte se muestra nacionalista y visceral, xenófobo, ofensivo y por sobre todas las cosas, divertido. Tuits como: “Nosotros preferimos cantarle a la ruta y no a tu hermana que chupa pija, y encima lo hace mal” son merecedores de cucardas tuiteras. Otros son manifiestos (“Uno debe ser valiente a los veinte años, no a los sesenta”, “Verborrágico no, se dice hablador, persona que sabe lo que siente y dice lo que piensa, verborrágico es muy Ari Paluchi, es muy onda gay”) donde Iorio se planta ante cierta mariconeada posmoderna. También está su religión y su relación existencial con lo divino en dos o tres tuits (“Yo tengo sentimientos homosexuales. También quisiera que me limen el buje con una poronga violeta. ¿Pero sabe por que no lo hago?/ Por vergüenza a Dios que me dió su mejor plata al estar bajo su vista.”) Además de los citados elegimos nuestros favoritos no por compartir criterio en todos los casos pero si por divertidos:“A mí me daría vergüenza salir a hacer esas payasadas como hacen Los Nocheros “mamá, mamá”, ¡háganse la paja hombre grande, deje de llorar!”
“Se me murieron las ganas de ser el rockstar después de ver a tipos que nos cogíamos en el baño de la escuela como Juanse siendo estrellas.”
“La cumbia villera y toda esa mersa existen por que los reptiloides evitaron que se difunda Edmundo Rivero.”
“De acá se llevaron 265 mil toneladas de oro de nuestra América, y hoy traemos a Estopa, Joaquín Sabina. Lloro para no cagar sangre.”
Últimamente la cuenta cayó en una irregularidad importante. Ojalá sea porque “lo más grande del heavy nacional” tuvo que ir a un pueblo del sur de la Provincia de Buenos Aires a buscar provisiones pero que pronto vuelva y nos divierta aporreando hippies y matando putos, como mandan Dios y las cruces de Black Sabatth. Porque Iorio es amor. Es una personaje que fue ablandando su coraza a través del tiempo y a medida que ganó en reconocimiento. Ahí están los ejemplos tocando con músicos impensados como Cianciarullo de LFC, brindando una entrevista desopilante a Casella, manifestando su admiración por el ex leonas Cacho Vigil. Por eso nos abrazamos a este tuit suyo: “Todo lo que hice fue para ser querido, así que no me escondo. Siempre algo de adentro mío fue para los demás”. No abrazamos a esa frase para creer con fe y esperanza inútiles que es él quien escribe, con dedos morcillas en un Blackberry medio pelado, golpeado, con olor a cemento y humo de asado.
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