Ayer en la tele habia un mini debate entre algunos adolescentes acerca del voto a los dieciseis. Eran tres. Uno del PRO, otro de la UCR y un tercero del PO. El primero y el tercero ya los conocemos demasiado como para darles un palito mas, solo resaltar lo cómico que resultan los militantes trotskistas que se enriedan en sus propios argumentos buscando siempre la manera de terminar en contra de algo, incluso de ellos mismos. Pero lo atrayente es la figura del joven radical. Una conjunción de tres ''bien": siempre bien comido, dormido y prolijo. Tirando a gorditos, con los cachetes rosados, la piel pulcra y la camisa metida adentro del pantalón, correctamente arremangado si la ocasión da. Esta por verse si florecerán en los tiempos próximos o son replicas de lo que piensan sus padres y,por lo tanto, una agonía estirada un poquito mas.
Pude notar en el joven boina blanca un suspiro. Fue en un momento que la cámara se corrió y paso a su lado. Menos de un segundo. Lo comprendí.
Todos tenemos ganas de estar en casa.
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