martes, 3 de enero de 2012

El Castillo.

Leo
a romanos y griegos
imito
algún alemán.
Escucho
una voz que me dicta,
me guia de allá.

No es sin embargo
mi sueño, despierto.
No es esta la Enfermedad.
Alejá la obligación de buscar el castillo,
que no lo veo, no está.

¿Donde vas? ¡despertá!
si repetís movimientos,
no para de hacerse la noche,
la niebla tapa las caras, apenas,
se muestra algún nombre.

De espejos que enfrentan espejos,
tiñendo de letras la frente,
son esas nadas que matan y rigidas
arman palabras.

Construite a vos
y a todos los amaneceres;
yo espero que el tiempo se arrolle,
erigir nuevas leyes.

Al trepar  al altar,
la niebla grita y aturde,
apenas un nombre se lee,
la niebla grita y aturde, apenas,
tu nombre se lee.

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