viernes, 24 de enero de 2014

Los Sonidos de la década (Parte 1)

Nota original en: http://revistapaco.com.ar/2013/12/02/los-sonidos-de-la-decada-parte-1/

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Pez – Folklore (2004) Por Sergio “El Bomba” Massarotto
Aunque se anuncian en su página como una banda “de Buenos Aires” no es, sin más, la ubicación física en un atlas lo que permite identificarlos. Hay que contar como atributo identitario de Pez la preocupación por entablar diferentes diálogos -de concordia, exploración y otras veces de ruptura- con la tradición de la música que aman, la cual -y en gran volumen- forma parte ya del acervo cultural de la ciudad. Rockólogos, parecen apuntar en cada trabajo a esta esfera transhistórica. Gustan por eso a periodistas y críticos; porque dan trabajo, permiten establecer relaciones y ejercitar el oficio. Justo otro de los atributos que identifican a Pez; trabajo, el ejercicio incansable de una disciplina traducido en tocar en cada lugar del camino y producir discos sin descanso. Prolíficos al extremo, como un monotributista, si Pez no produce, muere. Necesita trabajar todos los fines de semana para seguir nadando y sería torpe pensar que la dinámica no excede problemáticas estructurales o económicas. Hay en esta gimnasia una forma de vida, muestra paralela del desarrollo pasional y la obsesión por la práctica del rock
En el año 2004 grabaron “Folklore”. Sumaron para la empresa a Limeres en teclados y al experimentando Ernesto Romero en los sintetizadores quienes en dupla expandieron el espectro sonoro de la banda. Quince tracks de corte progresivo, armados sobre gruesas y sobresalientes bases de bajo, la agresividad clásica de Franco Salvador en batería, la violencia de los riffs distorsionados y capas psicodélicas repartidas entre teclados y sintetizadores. Un tejido acústico de una densidad notable. Cargado de tintes analógicos el disco consigue, por otro lado, entregar frescura apoyado en la duración sensata de las canciones y en letras que no versan acerca de héroes mitológicos con capa y escudo sino de hombres que hablan, viven y piensan en la ciudad atravesados, eso si, por un tenue aire metafísico. Es paradójico, Minimal predicó ateísmo por todos lados pero sus personajes no dejan de exudar cristianismo, cierta preocupación y pertenencia a dos mundos. “Folklore” es uno de los trabajos donde más se nota esta búsqueda -no voluntaria quizás- de alguna unidad trascendental, una costura hecha con hilo de lo absoluto o la posibilidad de un orden rigiendo sobre historias mínimas. No en vano el derrame plotiniano de la tapa (“Lo que crece y se mueve progresivamente es derretido por el caos que baja y se abre camino en armonía”); el título “Folklore”, funcionando como un llamador que recuerda la pertenencia a algo más que la empiria diaria; el destilar metafísico visible en letras pro institución familiar -“Por Siempre”- o la espera entre irónica y mesiánica de “Maldición” y “Lo verás reir”, así como las imágenes cosmológicas que sugiere el instrumental “Labrador”. Un disco idealista y teológico, que indaga y expone algunos problemas de la conflictiva relación entre lo particular y lo universal desde los cuerpos y el asfalto cotidiano de Buenos Aires.
Con el aporte de Fabián Casas, la colaboración del LFC “Toto” Roblat y masterizado por el fecundo Mario Breuer, “Folklore” permitió que Pez se expanda, llene lugares como ND Ateneo y consiga mejores ubicaciones en los festivales del mainstream local. Pero por sobre todo logró convertirlos en el faro al cual cantidad de bandas under y recién nacidas apuntan a diario. Salir del ghetto, exponerlos y darles con “Maldición” y “Respeto” los necesarios hits que tanto temían.
A finales del mismo año la tragedia invadió al rock argentino. Esta agrupación resistió ese tiempo de la única manera que saben: haciendo música. Llenaron un viejo micro con equipos y apuntaron hacia adelante. Hoy los Pez siguen literalmente en la ruta. Su último trabajo –“Nueva era, viejas mañas” (2013)- los encontró descubriendo tarde algo que ya está muriendo y eligiendo ser explícitos y hasta quizás panfletarios en defensa de una épica extinta; un gesto que podría comprenderse cinco años atrás pero no hoy, en el burocrático fade out de la década. Como el ave del filósofo el rock suele cometer estos deslices. Quedémonos mejor con el micro ruteando que solo frena para tocar. Difícil por fortuna que con esa dinámica algo se momifique. Extraña dialéctica. Como otras cosas, “Folklore” quedó atrás; pero es gracias al movimiento incansable de Pez que se mantiene incolumne y sobresaliendo un poco entre la extensa discografía del colectivo al punto de aportar alguna de las canciones clásicas de sus cierres de show. Pez, maquinaria que acrecienta a si misma su espesor en el andar, guarda en “Folklore” una bitácora del viaje; donde confluyen los momentos y las señas que permiten reconocerlos al instante y orientar el convoy en medio de su imparable tormenta dialéctica.

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